martes, 7 de septiembre de 2010

UNIDAD Y DIVERSIDAD DE LA LENGUA ESPAÑOLA


El lenguaje es el instrumento fundamental de la comunicación humana, y, en cuanto tal, la herramienta básica de la interacción social. Constituir un foro para intercambiar ideas sobre el lenguaje es, de algún modo, indagar en la propia identidad, ya que a través de los textos orales y escritos emergen las vinculaciones entre lengua, cultura y sociedad. De aquí la relevancia del CILE, un encuentro académico prestigiado por la participación de especialistas en los campos de la lingüística y la literatura, que, a la vez que dan a conocer sus producciones, se constituyen en las voces de la diversidad de pueblos que integran la comunidad hispanohablante.

Superada ya la dicotomía saussureana sincronía / diacronía, la lengua española se enriquece en el interjuego dinámico de su presente y su pasado, proyectándose hacia un futuro cuya impronta parece ser el incremento cuantitativo de sus hablantes y la importancia cualitativa de su difusión. Esto supone, asimismo, el contacto con otras lenguas, un fenómeno asociado a la interculturalidad que atraviesa este mundo global.

A la sociolingüística moderna se debe la articulación del concepto de heterogeneidad con el de estructura, que abre el camino para una concepción del lenguaje como sistema no homogéneo, sino incluyente de la diversidad; en las diferencias entre hablas de distintas regiones, así como en la variación sociolectal, subyace la unidad de la lengua, intrínsecamente multifacética y en constante cambio, como la sociedad misma. Por otra parte, en tanto el lenguaje es concebido como una actividad fundamental de individuos inscriptos en un determinado contexto social, la variación en los usos lingüísticos no puede interpretarse sino en su interrelación con los factores sociales que los condicionan. Desde esta perspectiva, la atención a la diversidad es, pues, condición necesaria para la conservación de la unidad idiomática.

Decía Rafael Lapesa: «La buena política idiomática consistirá en fomentar que cada uno de los pueblos hispánicos se familiarice con las aportaciones lingüísticas de los demás, y en procurar que estas se extiendan en amplia convivencia con las propias». A esto contribuirá, sin duda, el V Congreso de la Lengua, que, como los precedentes, se constituirá en un espacio plural que contenga y dé testimonio de las diferentes variedades lingüísticas empleadas por sus hablantes. Un espacio propicio para dar cuenta de la heterogeneidad inherente a todo sistema lingüístico, y, al mismo tiempo, para reafirmar la unidad esencial de la lengua española.

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